¿En qué consiste el proyecto de Autonomía Democrática para el IPN?

El desafío de la Autonomía Democrática para el IPN del siglo XXI

Erika Celestino*

El movimiento estudiantil politécnico 2014, cuyo carácter consiste en ser en su esencia un movimiento espontáneo democratizador, ha alcanzado hasta ahora, ante todo, cuatro grandes victorias. 1) denunciar fuerte y alto la tecnificación de la formación educativa politécnica a nivel superior y el empobrecimiento de las carreras técnicas de nivel medio superior. Degradación que tiene que ver con el proyecto del Estado neoliberal por ofrecer una fuerza de trabajo juvenil y barata, sin formación humanista, al capital privado nacional y transnacional. 2) cancelar un Nuevo Reglamento Interno violatorio del derecho de libertad de expresión plasmado en la Carta Magna. Con el Reglamento que pretendía imponer la Dra. Bustamante cualquier estudiante que alterara el “orden”, usara sin autorización los símbolos del IPN o realizara paro o huelga, podía ser objeto hasta de baja definitiva. 3) construir formas espontáneas de auto-representación, germinales pero efectivas, basadas en la representación por escuelas y una Asamblea General Politécnica. Y, sumamente importante. 4) puso en la mesa del debate el proyecto de la autonomía para el IPN.

Al entrar en ese debate es decisivo percibir que no existe la autonomía sin adjetivo. Hay que diferenciar de fondo lo que constituye el proyecto de una autonomía autoritaria de una autonomía auténticamente democrática.

A continuación voy a sintetizar los fundamentos profundos de la ponencia que expuse en el Foro Público “¿Democratización y Autonomía en el IPN?”, convocado por la Asamblea General Politécnica, el 12 de octubre de 2014.

Es de un enorme atraso que en México exista el derecho de todos los ciudadanos para elegir Presidente a partir de la mayoría de edad, pero no se pueda hacer ejercicio del derecho al voto para elegir la máxima autoridad del IPN, de modo que su Director General es nombrado verticalmente por el Presidente de la República. Si se plantea la autonomía para el IPN la comunidad debería elegir lo que debería ser su propio Rector –que es la figura correcta–. Sin duda, conforma un pendiente histórico de primer orden la autonomía para una de las instituciones educativas más importantes de nuestro país.

Pero se vuelve central al llegar ahí, identificar en todos sus alcances lo que significa el proyecto de la Autonomía Democrática para el IPN en el siglo XXI.

Un proyecto global de Autonomía Democrática para el IPN debería considerar, por principio, 5 ejes:

1) Autonomía política democrática. Dejar en manos de la comunidad politécnica la definición de su Rector es central pero no basta, porque perfectamente pueden integrarse estructuras de poder circulares que, al margen de la comunidad, nombren al interior de sí misma sucesores y gestionen los recursos del IPN hacia arriba. Es imprescindible que el Rector del IPN sea elegido, desde el principio, con base en votación universal, libre y secreta ejercida por toda la comunidad estudiantil, docente y no docente.

Pero tampoco basta. Para que la autonomía sea auténticamente democrática todos los altos cargos del IPN deben ser igualmente elegidos con base en votación de la comunidad estudiantil, docente y no docente. El Secretario General, Secretario de Gestión Estratégica, el Secretario de Administración, el Secretario Ejecutivo del Patronato de Obras e Instalaciones, el Secretario de Extensión e Integración Social y –muy importante– el Abogado General deben nombrarse con base en votación secreta y universal. El Secretario Académico con base en votación de la comunidad docente y estudiantil. El Secretario de Servicios Educativos con votación de la comunidad estudiantil. El Secretario Ejecutivo de la Comisión de Operación y Fomento de Actividades Académicas y Director de Publicaciones con votación de la comunidad docente. Y el Secretario de Investigación y Posgrado con votación de la comunidad docente, estudiantil y no docente de los centros de investigación y las unidades de posgrado.

Autonomía política debe ser con sustento en proyecto de democratización global del IPN. No legitimación de élites de poder bajo la autonomía autoritaria.

Lo que requiere de elección democrática de Directores, Subdirectores y Jefes de Departamentos de las Escuelas Superiores, de la misma manera los directivos de las Vocacionales, que tendría que ser acompañada por la conformación de Consejos Técnicos Paritarios. Los estudiantes politécnicos deben ser reconocidos en su mayoría de edad y tener todos sus derechos ciudadanos para votar, ser votados y tener voces con capacidad real de toma de decisión en los Consejos Técnicos.

Debería efectuarse una consulta a la comunidad politécnica para elegir entre diversas propuestas de re-estructuración del Consejo General.

Todos estos cambios deberían dar pie a una Nueva Ley Orgánica del IPN.

La autonomía sólo será tal si se basa en la democratización global de los órganos de decisión del IPN.

2) Autonomía administrativa democrática. La autonomía en sí misma ya permitiría que el IPN dejara atrás su dependencia respecto de las decisiones de la SHCP y la SEP. Hasta ahora, el IPN no puede auto-administrar sus recursos. Incluso los autogenerados, se entregan a Hacienda, que define si los regresa o no y cómo.

La autonomía administrativa democrática debería garantizar que los recursos del IPN se canalizan hacia su comunidad, para cumplir, ante todo, 3 objetivos estratégicos: a) diseño y cumplimiento de programas de becas cuya finalidad debe ser garantizar que ningún estudiante politécnico se queda sin concluir su licenciatura o su ingeniería. Nada de salidas laterales, que abandonan al estudiante a su suerte. Seguridad a la educación superior y media superior. B) programa de basificación digna a la planta docente. Los profesores deben ser reconocidos por su trabajo y su trayectoria académica. Su antigüedad, curriculum y calificaciones deben ser criterios de definición de basificación digna. Debe detenerse la política de basificación según criterios discrecionales neoliberales de los directores y subdirectores. Basificación digna que garantice superar los graves impactos del contraproyecto neoliberal en las condiciones de trabajo de la comunidad docente. Y c) edificación y desarrollo de la infraestructura y equipo tecnológico del IPN para asumir sus compromisos con una educación de alta calidad para el siglo XXI.

3) Autonomía educativa nacionalista. Las Academias –que prácticamente desaparecía el Nuevo Reglamento de la Dra. Bustamante, abriendo condiciones para diseño de mecanismos intencionalmente nada claros de evaluación de los docentes– y los Colegios de Profesores deben seguir siendo los órganos de diseño y re-estructuración de los planes de estudio. Los Consejos Técnicos Paritarios deberán ser los órganos en los que los planes de estudio se revisan, consultan y, de ser procedente, se aprueban, para luego pasar al Consejo General.

La función de los nuevos planes de estudio debería ser poner el proyecto fundacional del IPN a la altura del siglo XXI con base en un irrenunciable compromiso nacionalista. La escisión histórica entre ingenierías y ciencias sociales y viceversa, debería resolverse tendiéndose profundos vasos comunicantes. Los economistas y administradores politécnicos del siglo XXI, por ejemplo, deben saber de teorías del desarrollo tecnológico. Y sustentar sus conocimiento en perspectivas nacionalistas. Los ingenieros deben desarrollar conocimientos en ciencias sociales que les permiten identificar los impactos ambientales, sociales y políticos de las diversas trayectorias posibles de innovación tecnológica. No existen tecnologías neutrales. Toda tecnología tiene impacto histórico. El IPN debe asumir su compromiso fundacional cardenista: impulsar el desarrollo de las nuevas tecnologías pero desde principios nacionalistas.

4) Autonomía cultural. La infraestructura cultural del IPN es sumamente limitada. Se requiere un amplio Centro Cultural Politécnico, con salas de cine de autor, foros de teatro y danza, y más espacios para conciertos sinfónicos. Espacios que son imprescindibles para abarcar a toda la comunidad politécnica. Y que deben dirigirse no sólo al espectáculo, sino a la educación artística juvenil. Es decir, con múltiples talleres artísticos de capacitación en danza, teatro, cine, etc. Los espacios culturales requieren desbordar sus limitaciones y concentración en las instalaciones de Zacatenco. Si la vida cultural del IPN se desarrolla todos seremos favorecidos por la generación de un ambiente político y social que contrarreste las raíces de la presencia porril.

5) Autonomía y vigilancia. Una institución de educación superior como el IPN no requiere aparatos policíacos, requiere equipos de vigilancia que resguarde la seguridad de sus instalaciones, su equipo tecnológico y su comunidad estudiantil, docente y no docente.

La autonomía constituye el gran pendiente de la historia del IPN. Pero la autonomía sólo puede ser tal si se fundamenta en la democratización global del IPN. Así podrá ponerse nuestro instituto a la altura de lo que sería un proyecto de autonomía democrática en el siglo XXI.

Estos son los ejes que hemos construido el Grupo Plural de Profesores, Estudiantes y Egresados Comprometidos con el Proyecto Fundacional del IPN para impulsar la Autonomía Democrática en esta noble institución. Y que ponemos a debate de la comunidad politécnica y de la opinión pública.

*Doctora en Estudios Latinoamericanos, y Profesora de la Escuela Superior de Economía

erikacelestin028@gmail.com

marcha-estudiantes-ipnPublicado en Red Generación el 17 October, 2014. Enlace: http://redgeneracion.com/2014/10/el-desafio-de-la-autonomia-democratica-para-el-ipn-del-siglo-xxi.html

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